Un inmueble puede perder valor en el mercado si no tiene un plan de mantenimiento adecuado.

En el marco de un mercado inmobiliario en constante evolución, la falta de mantenimiento de propiedades emerge como un factor determinante que afecta no solo la estética y funcionalidad de los inmuebles, sino también su valor en el tiempo.

La devaluación de las propiedades por este motivo se revela como un fenómeno silencioso pero con consecuencias financieras significativas para propietarios e inversores. En ese sentido, resulta necesario tomar en cuenta algunos factores que estén relacionados a un plan de mantenimiento adecuado.

“El mantenimiento preventivo en un inmueble permite aumentar la vida útil del mismo y mantiene el valor de la propiedad. Además, ayuda a evitar un encarecimiento de los gastos derivados de las reparaciones, aumentando la seguridad y la confiabilidad de la instalación para poder mantener la funcionalidad del mismo”, señaló, Jesús Bustios, gerente de servicios especializados de Tgestiona.

Según el ejecutivo, el mantenimiento debe realizarse en tres fases. En la fase de corto plazo, el enfoque está en la prontitud. Las intervenciones se realizan tan pronto como se detecta cualquier signo de deterioro, evitando así daños mayores.

La fase de mediano plazo sigue recomendaciones de fabricantes y normativas establecidas. Aquí, el mantenimiento se ejecuta según un calendario predefinido, basado en especificaciones y regulaciones, garantizando la funcionalidad óptima del inmueble.

En la fase de largo plazo, se planifican reformas integrales para el futuro. Desde mejoras en aislamientos térmicos hasta adaptaciones para las últimas tecnologías, esta fase asegura que el inmueble evolucione para satisfacer las demandas cambiantes y proporcione una experiencia moderna y confortable.

Según el ejecutivo, el mantenimiento debe realizarse en tres fases. En la fase de corto plazo, el enfoque está en la prontitud. Las intervenciones se realizan tan pronto como se detecta cualquier signo de deterioro, evitando así daños mayores.

La fase de mediano plazo sigue recomendaciones de fabricantes y normativas establecidas. Aquí, el mantenimiento se ejecuta según un calendario predefinido, basado en especificaciones y regulaciones, garantizando la funcionalidad óptima del inmueble.

En la fase de largo plazo, se planifican reformas integrales para el futuro. Desde mejoras en aislamientos térmicos hasta adaptaciones para las últimas tecnologías, esta fase asegura que el inmueble evolucione para satisfacer las demandas cambiantes y proporcione una experiencia moderna y confortable.

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